En lo profundo del corazón hay secretos escondidos, vergüenzas, dolores, desengaños, que permanecen en lo oculto porque nadie tiene el poder de llegar a ellos. Pero esos secretos se convierten en la cárcel de la cual no podemos salir por nosotros mismos, solo el Espíritu Santo tiene acceso a los lugares escondidos y EL sí, puede traer libertad.